multicolor.jpg

/homepages/13/d318918654/htdocs/htdocs
Linux info 3.0 #1337 SMP Tue Jan 01 00:00:00 CEST 2000 all GNU/Linux

El reto de la escuela actual es crear aulas cada vez más inclusivas donde pueda aprender junto todo el alumnado, por muy heterogéneo que sea. Hay que pasar, por tanto, del aula tradicional, donde todo el grupo hace lo mismo y en los mismos momentos, a un aula participativa y cooperativa. Para ello hay que tomar decisiones en diversos ámbitos y estructurar la clase de tal modo que se permita al alumnado trabajar conjuntamente, de forma coordinada,  para resolver tareas académicas.

Una de las primeras decisiones tiene que ver con la estructura de aprendizaje, es decir, con ese conjunto de acciones y decisiones que debe tomar el profesorado con respecto a las distintas dimensiones del hecho educativo (Echeita, 1995). Estas dimensiones son básicamente las siguientes (Slavin, 1980; Echeita, 1995; Echeita y Martín, 1990; García, Traver y Candela, 2001; Pujolàs, 2001, 2004):

- Estructura de la actividad: tipo de tareas, agrupamiento del alumnado, especialización de las tareas…

- Estructura de la autoridad: grado de autonomía del alumnado,  quién controla lo que se puede hacer y lo que no, qué actividades son obligatorias…

- Estructura de recompensa: modalidad de reconocimiento del trabajo en función de si el alumnado consigue o no los objetivos (refuerzos externos: notas, alabanzas, sanciones…).

- Estructura de la meta: finalidades que se persiguen con la tarea.

Como puede apreciarse existen, en principio, múltiples opciones para cada actividad pedagógica que se plantee. La elección depende de los objetivos particulares que se persigan, del tipo de aprendizaje que se pretende desarrollar, de la fase del proceso de aprendizaje en que se encuentre el alumnado, del tiempo disponible… La estructura de aprendizaje va a determinar en última instancia la naturaleza de la interacción.

Aunque normalmente pueden y suelen utilizarse muchas opciones intermedias, existen básicamente tres formas de estructurar la clase, teniendo en cuenta las relaciones que se establecen entre los participantes: individualista, competitiva y cooperativa (Slavin, 1999; Johnson, Johnson y Holubec, 1999; Pujolàs, 2001, 2004; Ferreiro y Calderón, 2006…). En los centros educativos suele utilizarse, o bien la estructura individualista o bien la estructura competitiva, siendo frecuente la combinación de ambas. Son éstas las estructuras más ampliamente experimentadas en los sistemas educativos de todo el mundo.

Formas de estructurar la clase